viernes, 8 de abril de 2016

¡ QUÉ DESASTRE DE CAJÓN !

Ante ustedes tienen - a  no ser que lean con el cogote-, el prólogo de mi libro titulado: "¡Qué desastre de Cajón! ". Como verán, este prólogo les dará una idea del estilo del libro.


"Lo primero que tengo y debo hacer es agradecer a  los que me han ayudado en esta iniciativa, es decir, a nadie. Nadie, no es nada, nadie es un "ente" en sí mismo, es como decir "todos", porque: quiénes son "todos", "todos" son "nadie" ya que no se especifica a persona alguna. Siguiendo este concepto, puedo decir que me ha ayudado todo el mundo. Dicho esto, ese y aquél, continúo con el prólogo sin más dilación ni dislate "filósofosemántico"- a que les gusta la palabreja-, a mi me encanta tanto como la flauta a la cobra; pues bien, se la regalo, dando así muestra de mi altruismo-tan sólo comparable a mi osadía de escribir-.

Lo segundo que tengo y debo decirles, es que todo el contenido del libro es un puro desecho de humor absurdo; no  intenten encontrar nada lógico en su contenido pues sería ilógico. Cuando me puse a la tarea, mi intención era la de hacerles sonreír, cuando la terminé me di cuenta de que lo más probable era que se echaran a llorar de la risa provocada por lo patético, laberíntico, epispástico, orgiástico, fantástico, jesuítico y sobre todo catártico del contenido- puedo adjetivarlo mucho más, pero creo que es suficiente, si quieren más adjetivos vayan a google-.

Lo tercero que me propuse, fue editarlo; aquí la cosa se puso difícil por no decir imposible. Pero, ¿qué es imposible cuando se tiene la firme determinación de conseguir algo, cuando se tiene la férrea voluntad, la absoluta seguridad de llegar a la meta propuesta? Todo. Pueden figurarse los momentos que pasé paseándome por todas las editoriales del país de los sueños-editar en este país es más difícil que un honrado pase por el ojo de una aguja, a pesar de que tengo mis corruptelas, no se piensen-.

Lo cuarto y, una vez conseguido lo imposible, me propuse venderlo. Esta tarea, fue más sencilla ya que no vendí ni siquiera un ejemplar; a los amigos se lo regalé como señuelo. No sirvió para nada, bueno, sí que sirvió para algo: perdí a casi todos pues se dieron cuenta del imbécil que tenían por amigo.

En fin, seguiré insistiendo ya que estoy convencido de que la absoluta anarquía del contenido del libro triunfará. Lo que más me jode- con perdón-, es que este triunfo se producirá cuando me muera, que es lo que le sucede a todos los genios. Bueno, al menos, dejaré una herencia que no sólo sean deudas; eso me reconforta. De cualquier modo, si por casualidad, leen este libro, disfrútenlo, sepan apreciar el disloque de sus personajes, la locura del absurdo porque, créanme, es lo mejor que pueden hacer en este mundo disparatado.

En fin, les dejo, no sin antes, enviarles un saludo; recíbanlo con cariño- si de paso le dan un cafecito, se lo agradecerá-.  

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